Carta abierta a la comunidad universitaria
Quienes suscribimos esta carta, sin ánimo de representar a ningún estamento de la universidad, y como una forma de manifestar nuestra preocupación en relación a los hechos dados a conocer públicamente en los últimos días, queremos expresar lo siguiente:
1. El ánimo de esta declaración es una invitación a realizar una pausa en estos agitados días y a mirar con reflexión y preocupación las posibles consecuencias de lo que actualmente está viviendo nuestra universidad.
2. Nuestra universidad tiene una trayectoria democrática institucional y una cultura organizacional que ha ido consolidando normativas y prácticas, algunas muy eficientes y otras que hoy no reflejan las necesidades de los tiempos actuales y es necesario cambiar. Pero eso no significa que la renuncia del rector sea el eje principal de este cambio, dado que ello solo logra alterar la tradición democrática interna y no se hace cargo del problema de fondo. Es una propuesta de cambio de forma, política, que no compartimos e invitamos a reflexionar sobre aquello. Muy por el contrario, dadas las implicancias administrativas e institucionales que esto conlleva, creemos que literalmente significa retroceder en materia de democracia interna, ad portas de enfrentar una acreditación institucional y no avanzar en lo que todos queremos y nos preocupa, probidad y transparencia para nuestra universidad.
3. Con la generación de este contexto, la democracia universitaria se pone en riesgo y caemos en una peligrosa inestabilidad institucional, que sería perjudicial desde todo ángulo de análisis. ¿El consejo académico conoce la institucionalidad que se hace cargo de la renuncia de la principal autoridad universitaria? ¿Se ha sopesado lo que esto significa en materia de acreditación, continuidad de proyectos académicos? Toda autoridad electa y designada debe actuar con suma responsabilidad, hacemos un llamado a revistar esta actuación por el bien de la Universidad.
4. Finalmente hacemos un llamado a que las autoridades universitarias encuentren la salida a través de un gran acuerdo por la probidad y la transparencia universitaria que tome en consideración las sugerencias de mejora de la auditoria externa y contraloría interna. Hacemos un llamado a mirar la historia de la Universidad, a detener esta dolorosa exposición pública, está en juego nuestra historia, mirar nuestro presente y dimensionar lo importante que es dar lecciones de grandeza institucional para hacer frente al futuro que se nos avecina: el retorno a la normalidad, la acreditación institucional, la implementación del plan estratégico y el proceso constituyente. Para que todos esos procesos internos y externos resulten fructíferos para nuestra institución y para la sociedad, se requiere una Universidad fuerte, unida, sin alterar la democracia interna, y mirando hacia el futuro, y no entrampada, detenida, dividida y polarizada.
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